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14/3/10

SUPERAR LA IRRITACION

En esta etapa de transición planetaria en que la tensión y el conflicto alteran el ánimo, la armonía y el equilibrio, la irritación es algo común y corriente. Opuesta a la creatividad y a la manifestación de la belleza, la bondad y la verdad, se trata de un estado en que el sistema nervioso responde a la influencia de fuerzas negativas y destructivas, que suscitan emociones primarias y acciones no inteligentes. Una decisión tomada en un clima de irritación puede dar resultados devastadores.

Común en la vida diaria de las personas, la irritación es nociva para la salud, ya que produce un veneno poderoso, denominado imperil en las antiguas enseñanzas de la Jerarquía. Surge de una resistencia automática del cuerpo físico, del etérico, del astral o del mental, al impacto de impresiones negativas. Se disemina a través del sistema nervioso y desorganiza su flujo eléctrico, llegando incluso a interrumpirlo. Devora y agota la vitalidad humana.

Causante de enfermedades, la irritación debe evitarse. Podemos lograrlo si desarrollamos otro tipo de resistencia, consciente y positiva. De modo que, después de registrar una mala impresión, se puede tomar la iniciativa de eliminarla, apartarla o hasta emplearla de forma creativa. Basta concentrarse en el corazón y observar una amorosa comprensión y paciencia.

El desprendimiento, con la consecuente habilidad de eliminar el interés personal en cualquier relación, restablece el flujo de energía positiva. La alegría también es una gran purificadora, su irradiación aparta corrientes de pensamientos y de sentimientos cargados de imperil.

La creatividad aumenta a medida que la irritación disminuye. Pensamientos positivos, portadores de ideas, visiones o revelaciones sublimes, pueden eliminar el imperil del organismo. Por ello son tan curativos el silencio, la oración y el enfoque de la consciencia en asuntos elevados.

El ser humano recibe de los niveles sutiles o de sus cuerpos etérico, astral y mental, una energía que se dirige a los diversos órganos y cuyo flujo, si se lo obstruye, genera disfunciones o una desvitalización que favorece la proliferación de gérmenes y de microbios. Desregulado, el flujo eléctrico imprime en las células un exceso de energía que las vuelve hiperactivas, con riesto de desarrollar tumores ó cancer. El imperil, al acumularse, principalmente en la región del plexo solar (bazo/páncreas), puede provocar enfermedades en el aparato digestivo y, después, en todo el organismo. También tiende a impregnar la personalidad, causando con ello problemas psicológicos.

Las causas de la irritación son múltiples. Por ejemplo, una persona que usa la fuerza de voluntad para llevar a los demás a hacer lo que ella quiere, se irrita con facilidad. Para caer en ese estado, basta contrariar su deseo de ver las cosas hechas de determinada manera. La exigencia y la intolerancia son fuerzas constrictoras que pueden generar agresión, roces y, como consecuencia, irritación.

El odio, el desamor, los sentimientos de venganza, los pensamientos destructivos y el continuo rechazo a personas, situaciones e ideas - frutos de los preconceptos - destuyen la sensibilidad y provocan una especie de cortocircuito en el sistema vital. Y tanto las quejas como la ingratitud disminuyen el magnetismo de la persona e inundan su naturaleza con imperil. ¡Y ni que hablar de la crí­tica y de la habladurí­a! Producen verdaderas tormentas en el cuerpo astral: lo dejan en una situación negativa, incentivan la irritación en la persona y en los demás.

El egoísmo, el individualismo, el egocentrismo y la autosatisfacción, ampliamente diseminados y hasta valorados hoy en día, son fuente prolófica de irritabilidad. La distorsión consciente de los hechos, la falsedad y la mentira también causan mucha tensión en los cuerpos mental, astral y etérico.Rompen su armonía y generan imperil. Por otro lado, la impaciencia y la ansiedad, provocadas por la insatisfacción con la vida y por la visión superficial desprovista de valores reales, son sólo un disfraz de la irritación. La autocompasión y el complejo de inferioridad, que hacen que la persona se identifique con sus fracasos y deficiencias, o sea, con su propio ser inferior, niegan la esencia espiritual. En ese estado, la persona se deja subordinar al imperil.

La agitación del cuerpo astral promovida por pelí­culas, por lecturas sobre desastres o sobre asuntos que causen aprehensión, puede igualmente generar el veneno imperil. Tal perturbación también puede surgir de relacionarse con alguien que manifieste mucha rabia, o de la pérdida del apoyo con que se contaba egoístamente. La polarización de las energías del ser en el cuerpo astral, como consecuencia de practicar ejercicios respiratorios inadecuados, hatha yoga, de la excesiva actividad sexual, etc., puede desencadenar un agotamiento físico y, al igual que las drogas alucinógenas y la música rock o similares, generar irritación e imperil. Los ruidos, de por sí, tienden a desorganizar los canales de inspiración espiritual, con un efecto desintegrador sobre la mente. Causan tensión e irritación nerviosa.

Las ideas elevadas no llegan hasta los seres cargados de imperil. El libro "Leaves of Morya's Garden", de Agni Yoga Society, dice: "Así como un erizo es incapaz de sentir una caricia, las emanaciones de irritación impiden la entrada de los pensamientos que Nosotros enviamos".

1 comentario:

carlos dijo...

ivana coincido en todo lo que dices me gusta leerte dia a dia besos